viernes, septiembre 26, 2008

Día bizarro

Hoy me pasaron dos cosas que llamaron más que cualquier otra mi atención:

1. Camino a desayunar con uno de mis mejores amigos, en lo que considero una madrugada de las 8 de la mañana, me encuentro mientras cruzo la calle con mi ex-jefe de hace como 7 años para atrás, a quien no había visto hace como 4 o 5, pero lo extraño del asunto es que ni vive en este país! En una ciudad de unos 30 millones de habitantes vinimos a encontrarnos a una hora en la que no suelo ni siquiera estar despierta, en una calle que no transito en la mañana y con alguien que solo vino acá por algunos días... fué una grata sorpresa :) Y aparte mi amigo me dice... se nota que te dió alegría verlo porque ahí mismo empezaste a hablar "colombiano" jejejejeje. Así pasa.

2. Habiendo tenido una charla bastante profunda, amena e intensa en el desayuno, otro de mis amigos va a visitarme a mi nueva oficina de un metro cuadrado y empieza a platicarme su monólogo para la clase de actuación, me quedé :O por una sencilla razón: me conecté por completo con lo que me estaba diciendo, especialmente porque se refería justamente a la charla que tuve temprano en la desmadrugada.

El monólogo es un fragmento de Retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde) y quise compartirlo en el blogcito:

(...)
- La buena influencia no existe, señor Gray. Toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico.
- ¿Por qué?
- Porque influir en una persona significa entregarle el alma. Ya no piensa con sus propios pensamientos, ni se consume en sus propias pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que existe tal cosa, son algo prestado. Se convierte en el eco de una música ajena, en el actor de un papel que se ha escrito para otro.
El fin de de la vida es el desarrollo personal. El perfecto desarrollo de la propia naturaleza: he ahí nuestra razón de ser.

Hoy en día, la gente tiene miedo de sí misma. Han olvidado su principal deber, el deber que uno tiene consigo mismo.
Naturalmente, son caritativos. Dan de comer al hambriento y de vestir al mendigo. Pero privan de alimento a su propia alma y están desnudos. El valor ha abandonado a nuestra raza. Puede que nunca lo hayamos tenido.

El terror a la sociedad, que es el fundamento de la moral, el terror a Dios, que constituye el secreto de la religión: esos dos elementos nos rigen.
Y sin embargo, yo creo que si un hombre viviese su vida con plenitud, integralmente, si diese forma a todos sus sentimientos y expresión a todos sus pensamientos, si hiciese realidad su sueños, creo que el mundo recibiría tal estímulo de renovada alegría que olvidaríamos todos los males del medievalismo para volver al ideal helénico, o a algo quizá más bello, más rico que el ideal helénico.

Pero hasta el más valiente de entre nosotros se teme a sí mismo. La mutilación del salvaje tiene su trágica supervivencia en la autonegación que infecta nuestras vidas. Recibimos un castigo por nuestro rechazo. Cada impulso que luchamos por aniquilar, obsesiona nuestra mente envenenándola.

El cuerpo peca una vez y así acaba con su pecado, ya que la acción es una forma de purificación. Nada queda después sino el recuerdo de lo placentero o la voluptuosidad del arrepentimiento. La única forma de librase de una tentación es ceder ante ella. De resistirse, el alma enfermará anhelando aquellas cosas que se ha prohibido, deseando lo que sus monstruosas leyes han convertido en terrible e ilícito.

Se ha dicho que los grandes acontecimientos del mundo tienen lugar en la mente. Y es también en la mente, sólo en la mente, donde se cometen los grandes pecados.
(…)

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