domingo, enero 02, 2011

Mientras llegan las 17:28

Y aquí, sentada en la estación, mientras espero el tren que me llevará de Berlin a Praga, me dispongo a hacer lo que postergue sin intención hasta año nuevo: escribir unas cuantas líneas. Por tanto tiempo desde la última entrada, ésta debería ser muy interesante, pero prefiero quedarme sin promesas, solo son algunas palabras enlazadas.
Ayer, mientras salía del hotel y caminaba al punto de encuentro para conocer la ciudad, quise agradecer a Dios por las bendiciones de este año. Así, comencé a repasar cada uno de esos aspectos en los que uno suele pensar cuando se trata de revisar su vida.

Comencé por mi trabajo, quizás porque eso sea una de las cosas mas importantes y el vehículo que me ha permitido andar gran parte del camino. El primer semestre fue uno más de intenso trabajo, el segundo me puso a prueba, añadido a la decisión que tomé a mitad de año de dejar el trabajo en la oficina, evitar las madrugadas pegada a la laptop y ser consiente que el estrés y la angustia no soluciona las cosas; claro, hay una delgada línea entre eso y la indiferencia, lo que me trajo conflictos ocasionales. Lo que me emociona para este nuevo año es que justamente todo es nuevo y como lo desconocido me apasiona y se que caímos en nuevas buenas manos, mi energía ya está allí.
Seguí con mis amigos, llegué a la conclusión de que sigo siendo afortunada al seguir contando con aquellos desde hace algunos años y que con algunos otros logré un nivel mas profundo permitiéndome momentos amenos y charlas íntimas, de esas que necesita el alma. La oportunidad de seguir cultivando es latente.
Continué con mi familia y me di cuenta que no podría ser más afortunada. La inquietud que rondaba fue resuelta esta madrugada cuando leí un correo de mi madre querida.

Luego estuvo lo profesional, los estudios y demás. Quedaron dos diplomados por concluir, uno en febrero que precede a una certificación que estaba prevista para el año que acaba de terminar y otro con fechas por confirmar. Este año pasado experimenté cierto agotamiento, este año quiero mejor experimentar cosas distintas y renovadoras. La única formalidad es esta certificación que a modo de inversión está ahí puesta.
Pasé a la salud y es un hecho que desde abril, eso del ejercicio fue una pachanga completa y noviembre y diciembre se convirtieron en los años con el peor régimen alimenticio de toda mi vida: un auténtico desorden. Asunto a mejorar lo antes posible, mejor dicho, en la semana de regreso, mi cuerpecito se lo merece. Mi espíritu quiere estar en un lugar sano, cuidado y querido.
Por los irremediables temas económicos, contraje compromisos que me emocionan pero que me obligan a ser más ordenada en materia de finanzas. Algo que requiere también requiere de atención a mí arribo.
Y en los asuntos idílicos del corazón, sigo batiendo récords. Las interminables charlas con mi mejor amigo nos ha llevado a múltiples teorías acerca del arte del amor. Arte que queremos redescubrir pero que, al menos en mi caso, entre el miedo y el hartazgo, me termina fastidiando. Por lo pronto, la teoría de los pasteles ha presentado la mejor relación costo beneficio, así que lo más seguro es que siga apengándome a su único principio.
Por último, mi mente, mi cuerpo y mi espíritu me han pedido abrir las puertas hacia mi interior, la desidia le ha ganado, pero como el sol de esta mañana que salió buscándose camino con un par de grados bajo cero, así tengo que abrir el camino a mi solecito que entibie mi yo.

Estos días no he podido evitar mi soledad de más cerquita, siempre hemos vivido juntas, solo que hay ciertas temporadas que la trato con indiferencia, el caso es que últimamente he tenido ganas de una reconciliación, de una vez y para siempre. Ya puedo aceptar que es parte de mí, de lo que me define, de lo que soy y de hecho, desde esas épocas de pre-adolescencia la he buscado, así que a estas alturas para qué pretender darle la vuelta.

Desde hace mucho tiempo he sentido que esto de hacerla de escribano tiene sus recompensas. Para empezar y como diría mi amigo Felo, para qué sicólogo si tienes tu blog. También está la oportunidad de leer lo anterior y con otra perspectiva ver qué rayos pasaba por la mente al momento de esas letras. Así que como propósito cliché de año nuevo, el dos mil once augura más entradas por estos lares.

No hay comentarios.: